sábado, 11 de abril de 2020

Aquí va mi granito de arena para todos esos desconocidos, y no tanto, que están luchando aislados.

Querido desconocido/a:

No sé muy bien cuál es tu situación, ni tu estado de salud; pero si alguien te ha entregado esta carta, es porque aún estás luchando de modo consciente.

Sé que es fácil consolar desde la butaca de casa, pero quiero animarte.
“Te ha tocado vivir lo que otros vemos pasar más de lejos (lo tuyo ya no eran síntomas leves), aislarte, sentir dolor, fiebre, incertidumbre, y, todo esto condimentado con la soledad. Tendrás suerte si puedes usar tu teléfono móvil, ese del que nos aconsejan dormir lejos y que ahora se convierte en tu único aliado.

Sin embargo, aunque no lo creas, no estás solo/a. Créeme.
No eres consciente de lo importante que eres en casa, de lo que te echan de menos, de lo que están sufriendo los que te esperan, de los planes que tienen para ti para cuando puedan abrazarte.
No sabes lo arrepentidos que están de no haberte demostrado más lo que te quieren, de haberte hecho ese desaire antes de tener que marcharte. Sienten  culpa de no poder estar en un jodido sillón a tu lado.
No te imaginas lo que se están acordando de ti, los que un día se distanciaron, los que han dejado pasar demasiado tiempo para ese café, los que no te felicitaron este año por el simple hecho de que tú olvidaste hacerlo antes. Hasta los que no te conocemos, estamos contigo. Nos ponemos en tu lugar, si se puede, cada día al ver la tele, con los ojos húmedos, aún incrédulos e impotentes por la situación.

Pero de lo que aún no tomas conciencia (ya lo harás, si Dios quiere) es de lo que esto va a significar para ti. Suena a tópico, pero te hará más fuerte. Pues no sabes lo que eres capaz de aguantar, a todos los niveles, hasta que la desdicha se ceba contigo. Te unirá más a los tuyos. Te ayudará a redirigir tu pensamiento, tu mente, tus prioridades, tu vida.
Te hará optimista. Y tienes que empezar a serlo desde ya. 
Piensa en tus avances con cada amanecer, en lo fortalecido que saldrás de esta (no sólo físicamente), siéntete importante, porque lo eres; agradece las manos que te cuidan y que ahora hacen las veces de tu familia. Eres fuerte, muy fuerte. Y saldrás, entre aplausos, victorioso/a, para empezar otra etapa, sin duda mejor, o cuanto menos, distinta.

Te mando un abrazo virtual, pero muy gordo, de los que dificultan la respiración más que el coronavirus.

Inma 

sábado, 4 de abril de 2020

ESCRITURA SOLIDARIA

Iniciado ya el descanso por vacaciones de Semana Santa, presentamos a nuestros pequeños de primaria esta iniciativa, vista ya antes por las redes. Pensamos que les ayudará, no solo a practicar la expresión escrita, sino también a fomentar la empatía y solidaridad de una forma entretenida, junto a la familia. Gracias a los profesionales sanitarios dispuestos a recoger este tipo mensajes de ánimo. 
 

miércoles, 1 de abril de 2020

Reto microrrelato del día..


Palabras clave: tornado, cobarde y ruido.

Y allí se sintió cobarde, impotente. Huérfano. Aquel tornado irrefrenable en forma de virus letal le había arrebatado lo que más quería. Él, mero espectador desde el otro lado de la verja, donde el único ruido que reinaba era el del silencio, donde el único escenario era mármol frío y flores marchitas. Allí,bajo la lluvia, veía marchar a aquellos que le dieron la vida. En su corazón habría después cálidos recuerdos, pero esa tarde, todo se congelaba ante sus ojos.

Inma

Retoliterautas

lunes, 30 de marzo de 2020

"La cara más amarga del COVID"

Me duele estrenarme con este post, a pesar de que mi intención es sacar lo positivo (o intentarlo) de lo que acontece... pero nos ha tocado vivir algo que sin duda nos marcará de alguna manera. Y  a unos más que a otros...  "Todo saldrá bien". Ánimo!!


Si estas humildes palabras son capaces de transmitir un pequeño soplo de aliento a quienes crean necesitarlas, siempre desde el máximo respeto, quedaré casi más satisfecha que esas almas de caridad que están haciendo donaciones a pequeños y grandes niveles.
Estos días nos confinamos en casa, y encontramos un refugio donde, si queremos, podemos desconectar de lo que sucede fuera. Pero la realidad, dura, sigue dando golpes sin piedad, poniendo patas arriba la vida de personas y de familias enteras.
Mientras, muchos, gracias a Dios, nos dedicamos a inventar cómo gastar el tiempo cocinando pastelitos que quizá luego vayan a la basura, haciendo rutinas de deporte que no hemos seguido en la vida, leyendo libros que llevaban meses, años, en la estantería, hay personas que, repentinamente dejan de ver, oír y tocar a sus padres y abuelos. Este virus, tan inofensivo para algunos y tan letal para otros, se los lleva de un plumazo, sin concederles la oportunidad de luchar, como toda su vida lo han hecho por otras causas (por sus hijos, por sus padres, por tener el estómago lleno en medio de la escasez, por ejemplo). Primero, un ingreso rápido, aislamiento, confusión, desinformación. Y, en pocos días, ADIÓS, para siempre. Un adiós comunicado por teléfono, porque no ha habido lugar a despedidas. Ni lo habrá. Adiós a las tradiciones que, en nuestros pueblos  tanto nos honran, de tener un día para velar, de llevar a hombros a quién no merece menos después de lo que ha hecho por sus hijos, de dedicarle unas últimas palabras (católicas o no) arropados por familia y amigos, de consolarse en un abrazo de hermano o hermana. No hay tiempo, no hay opción. La despedida tiene que ser desde la retaguardia, como si estuvieran viendo marchar a un extraño...
Intento, seguro que sin mucho éxito, tener la empatía que puede tenerse en estos casos. Porque para ciertas vivencias, es imposible ponerse en el lugar del otro. Y ojalá tarde mucho en saberlo.
Pero por lo menos, puedo expresar mis deseos, eso sí, con el corazón en la mano.

Ojalá podáis ver “la otra parte”, esa parte menos mala que hay hasta en la más grande de las tragedias. Ojalá sepáis valorar el esfuerzo de quienes han intentado evitar el golpe. Ojalá podáis llevar un duelo con paz, la paz que os ha de dar la idea de que no estaba en vuestras manos. Ojalá podáis despediros con la mente y el corazón de quienes realmente no os separaréis nunca gracias al recuerdo. Ojalá pronto podáis abrazar a los que quedan aquí y comparten vuestro dolor. Ojalá ese dolor se suavice pronto, convirtiéndose en coraje y no en rabia, en ganas de seguir; mirando al cielo cuando necesitéis fuerza, guiñando un ojo arriba cuando algo salga bien, porque sabéis que están con vosotros. Ojalá pronto podáis contar con las personas adecuadas (profesionales o no) que os ayuden a seguir. Porque hay que seguir, porque aunque nunca volváis a ser los mismos después de esta prueba,  de esto, también se sale. MUCHO ÁNIMO